Los costes económicos, medioambientales y sociales del desperdicio de alimentos ascienden a unos 2,6 billones de USD al año
Cada año, un 30 por ciento de la producción alimentaria mundial se pierde después de la cosecha o se desperdicia en tiendas, hogares y servicios de comidas. Esto equivale a 750 000 millones de USD en términos de precios al productor y casi a un billón de USD en términos del valor comercial de los alimentos cada año, ¡la mitad del PIB de Italia!.
Si la naturaleza nos hiciera pagar la factura total del despilfarro de alimentos, podría cobrar a la sociedad al menos otros 700 000 millones de dólares cada año. Una vez desperdiciados, esos alimentos:
- continúan generando emisiones de gases de efecto invernadero y causando daños relacionados con el cambio climático,
- utilizando agua para regadío y aumentando su escasez,
- talando bosques y erosionando el suelo y
- causando la pérdida de polinizadores, peces y otro tipo de biodiversidad.
Y aún hay más:
Los costes sociales que valen otro trillón de dólares son causados por comida que nunca sumó un ápice a la nutrición de la humanidad. Esto incluye:
- impacto de pesticidas a la salud humana,
- pérdida de sustentos,
- conflictos inducidos por presión sobre los recursos naturales, en la medida que los recursos naturales se vuelven más escasos
- y subsidios gastados en producir desperdicios de comida.
Pero estos son solamente los costes que se pueden calcular. El despilfarro de alimentos tiene muchos más costes que no se pueden cuantificar. Imagínate si cuantificamos:
- la pérdida de humedales que purifican el agua,
- de la biodiversidad de los pastizales,
- el valor de los descartes de la pesca,
- la escasez de insumos agrícolas esenciales como el fósforo,
- el aumento de los precios de los alimentos debido a una menor oferta …
Asignar un valor monetario a los impactos medioambientales o sociales siempre será inexacto.
Se mire por donde se mire, reducir el despilfarro de alimentos tiene sentido económica, ambiental y socialmente.
¿Qué se puede hacer?
1. Reducir la pérdida de alimentos sensibilizando a los consumidores
2. Invertir en mejores infraestructuras post-cosecha y reducir las pérdidas de alimentos significa que evitamos usar los recursos naturales en primer lugar, pudiéndolos utilizar así para próximas cosechas o generaciones futuras.
3. Los alimentos que están a punto de desperdiciarse en el mercado pueden entregarse a tiempo a organizaciones benéficas o, si no cumplen con los estándares para el consumo humano, utilizarse para alimentar al ganado, reduciendo así la necesidad de producir piensos.
Cuando ahorras alimentos, ahorras los recursos utilizados para producirlos. Reducir el despilfarro no generándolo debería ser una prioridad para todos. Ve estos breves vídeos (Huella del desperdicio de alimentos 1 y 2) y ayuda a difundir el mensaje.
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